En los primeros días de mayo de 1945, terminó la Segunda Guerra Mundial.
En esta semana se cumplen 80 años de la rendición de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, que enterró los delirios del nazi-fascismo e instaló en el mundo la esperanza de expansión definitiva de la libertad y de instalación de democracias estables, protegidas por la paz que iban a garantizar las instituciones del nuevo orden mundial.
Tras el holocausto judío y el baño de sangre que enlutó al mundo entero, al terminar la Segunda Guerra Mundial entró en vigencia la promesa de un mundo mejor, iluminada por el ensueño kantiano de una Paz Perpetua–
Para darle garantías a ese ensueño, como resultado directo del triunfo sobre el nazi-fascismo, el 24 de octubre de 1945 se fundó la Organización de las Naciones Unidas, la ONU.
La ONU se fundó en la recia filosofía que había aunado a las fuerzas que habían vencido a la barbarie criminal del nazi-fascismo- Esas fuerzas, habiendo estado unidas en la guerra, se declaraban dispuestas a seguir “unidas en la victoria y unidas en la paz”.
El proyecto, consignado en el estatuto de la ONU –la Carta de San Francisco- afirmaba que “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas” estábamos “resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida infligió a la Humanidad sufrimientos indecibles”, estábamos resueltos “a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas” y estábamos resueltos también “a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional”.
Dolorosamente, esa resolución no fue suficientemente lúcida y firme como para garantizar la paz. Los 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial, encuentran a la humanidad asombrada, y asqueada, por guerras horribles, como las de Medio Oriente o la de Rusia contra Ucrania.
Esos horrores no se arreglan conmemorando pomposamente la victoria de 80 años atrás.
Reclaman, y exigen, que los gobernantes y los gobernados de hoy, revisemos, a fondo, las ideas desde las cuales vivimos.
Para eso, debemos estar –como los boy-scouts- siempre listos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.