Hoy y mañana nuestro Uruguay vive sus dos jornadas de reflexión previa a los comicios departamentales que han de cumplirse el domingo próximo.
La ley 16.019, promulgada el 11 de abril de 1989 –siendo Presidente de la República el Dr. Julio María Sanguinetti- dispuso:
“La realización de actos de propaganda proselitista en la vía pública o que se oigan o perciban desde ella, o que se efectuén en locales públicos o abiertos al público y en los medios de difusión escrita, radial o televisiva, deberá cesar necesariamente cuarenta y ocho horas antes del día en que se celebren los actos comiciales.
Lo preceptuado alcanza a la realización y difusión por dichos medios de encuestas o consultas, así como de cualquier tipo de manifestaciones o exhortaciones dirigidas a influir en la decisión del Cuerpo Electoral.
Esta norma será de aplicación en los actos de elección, plebiscito y referéndum.”
La veda de propaganda busca evitar que se sorprenda al votante con argumentos de último momento, que el adversario no tenga oportunidad de refutar.
Y la veda de 48 horas busca algo que es aún más importante: que cada vez que vayan a las urnas los ciudadanos mediten en conciencia a qué y a quién han de entregar su voto.
El silencio propagandístico de los dos días previos a cada votación, en realidad se conecta con los deberes de virtud de los ciudadanos –deberes que son el principio motor del sistema republicano, que llama al voto inteligente, pensado, de conciencia.
Elegir lo que cada uno quiere es un derecho propio de la libertad.
Elegir lo mejor para el bien común es un deber propio de la conciencia lúcida de cada ciudadano.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.