Robert Prevost acaba de convertirse en el bicentésimo sexagésimo séptimo Papa, con el nombre de León XIV.
Es el primer estadounidense ungido como Papa. Tras haber servido muchos años como misionero en Perú y haber adquirido la ciudadanía peruana, tiene al español como su segundo idioma.
Nacido en Chicago el 14 de septiembre de 1955, Prevost sirvió como monaguillo. Ordenado sacerdote en 1982, trabajó en su estado natal de Illinois, y enseguida fue enviado a Trujillo, en Perú, para dirigir la formación de aspirantes agustinos.
En su primer discurso como Papa, Prevost, en impecable castellano, dirigió «un saludo en modo particular a mi querida Diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto, para seguir siendo la iglesia fiel de Jesucristo».
Al elegir llamarse León XIV, el flamante Papa se identifica con la inspiración de León XIII, que fue a la vez un Papa con obra práctica y proyección doctrinaria, que dirigió a la Iglesia Católica desde 1878 hasta 1903 y se proyectó en documentos de tesis, que llamaban a aplicar el amor para resolver los dramas de la justicia social, encarándolos especialmente en la encíclica denominada «Rerum Novarum», expresión latina que significa «De las cosas nuevas».
León XIII fue el primer Papa que denunció que muchos obreros sufrían condiciones inhumanas bajo el capitalismo europeo del siglo XIX. Cuando el nuevo Papa, estadounidense y peruano, elige llamarse León, convoca las vibraciones de la sensibilidad y la doctrina de León XIII, que fue un gran sembrador no sólo para los seguidores de la fe católica sino para todos los humanos de buena voluntad.
Por eso y por muchas razones más, sentimos que el pueblo uruguayo –laico pero imbuido de religiosidad- siente que el Papa León XIV puede convertirse en un interlocutor de todos para sembrar amor y reconciliación, por encima de las divergencias que muchas veces nos dividen demás.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.