José Mujica terminó sus días en medio del respeto y el pesar de todo el arco político de la República. Su fallecimiento desencadenó el sentimiento ciudadano de un auténtico duelo nacional, reflejado en la expresión de todos los interlocutores de la vida pública uruguaya. Y partió recibiendo el homenaje de los gobernantes de los muchos países donde el nombre de José Mujica estaba asociado a la imagen de predicador austero que divulgó sin fronteras.

En mirada existencial, Mujica deja la estela del hombre que ascendió venciéndose a sí mismo.

Empezó en las bajezas del delito común. En medio de una democracia pacífica, se asoció a los horrores de la lucha armada que le dio calce a la dictadura, bajo la cual soportó los rigores de una prisión inhumana. Puesto en libertad, construyó un liderazgo político sin precedentes. Fue legislador, fue Ministro y fue Presidente de la República. Y vuelto al llano, se dedicó a predicar un ideario humanista que desbordó lo político y lo económico, hasta el punto que su nombre y su figura le imprimieron singularidad al Uruguay en el concierto de las naciones occidentales.

Mujica forjó el lema más votado dentro del Frente Amplio y para sus seguidores, hoy está de duelo su familia política.

Y para sus adversarios, la jornada es –y debe ser- también de duelo, al despedir a un gladiador que supo triunfar sobre sus circunstancias y hasta sus errores. En una época donde muchos empujan a no pensar, Mujica siempre pensó por cuenta propia. En un tiempo en que el consumismo y el materialismo achican el horizonte, Mujica proclamó el valor de los sueños. En una etapa donde el marketing y los eslóganes desplazan a las ideas claras, Mujica valorizó el amor, los proverbios y se puso a filosofar.

Esa etapa merece no sólo reconocimiento a su persona.

Además, nos llama a todos a asumir la vida no sólo como un proceso histórico determinado por los genes o por las relaciones económicas, sino como una aventura –una novela, una comedia o una tragedia- con final abierto, cuyo principal argumento es el encuentro con el prójimo, incluyendo al adversario que alguna vez se tuvo por enemigo.

Por todo eso, y por mucho más, Radio Clarín hace suyo el dolor público por la muerte del guerrillero que gobernó al Uruguay respetando la libertad.