El velatorio del ex Presidente José Mujica ha concitado la presencia conjunta de personalidades de todos los partidos y todas las filosofías políticas.
En las dos grandes etapas de su vida pública, Mujica provocó adhesiones, críticas y reproches. Nunca concitó unanimidades, ni entre sus compañeros tupamaros ni entre sus correligionarios militantes de izquierda. En todos los momentos fue una figura polémica.
Su gestión de vida se volcó a la guerrilla urbana en la primera etapa; y en el segundo tiempo de su ejecutoria, se concentró en el quehacer político, en la prédica por la paz y en la exaltación de un vitalismo conciliador, que tuvo chispazos de proverbios y fogonazos de filosofía.
Su trayectoria del pasado, su condición de ex Presidente y el ideario que expuso en la última década lo situaron en la escena internacional como un ícono de sencillez que llegó no sólo a los gobernantes sino también a los pueblos de América y Europa. Ese es un patrimonio que construyó el señor José Mujica por sí mismo y como tal hay que reconocérselo.
Al mismo tiempo, hay que subrayar que si el mismo ciudadano pudo ser primero guerrillero en armas y después diputado, senador, Ministro y Presidente de la República, fue porque existió voluntad de apertura y respeto entre todos los actores efectivos de la asociación política que es la República Oriental del Uruguay.
En estas horas la prensa de otras naciones aplaude la fraternidad con que vivimos el duelo nacional por una personalidad tan polémica como fue Mujica. Pues bien: tengamos conciencia de que si el ciudadano José Mujica pudo pasar de réprobo condenado a Presidente consagrado en las urnas, es porque en el Uruguay respetamos a rajatabla el resultado de los comicios y porque no son letra muerta los principios del Estado de Derecho.
Esa virtud debe reconfortarnos ante la partida de quien marcó una etapa importante en la vida del país.
Y debe empujarnos a debatir ideas con fuerza y convicción, pero sin fanatismo y con auténtico amor al prójimo.
A eso nos convoca la historia entera de la República-
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.