En los últimos días, en Montevideo han venido apareciendo graffitis en el frente de edificios cuyos dueños no consintieron la pintada y ni siquiera fueron consultados para que dieran su opinión.

          Estamos ya acostumbrados a ver pintadas en los muros a nivel del suelo o a una altura de dos metros.

          Lo que cambia, y asombra, con estos graffitis, es precisamente la altura. Los autores han debido escalar de balcón en balcón, llegando al segundo, al cuarto y hasta al sexto piso, trepándose para entrar -desde afuera y sin permiso- en balcones que son ajenos.

          Bajo las lonas de un circo, semejantes alardes arrancarían aplausos

          Bajo las reglas callejeras del Código Civil y el Código Penal, esos alardes violan al derecho de propiedad e implican cometer el delito de daño, por lo cual, lejos de promover aplausos y admiración por el arte, deben motivar investigación y castigo legal a los autores que se consiga identificar.

          Según algunas interpretaciones, estos graffitis se asemejan a “el Pinchazo”, una expresión visual urbana –considerada arte por algunos y vandalismo por otros–, que tiene su origen en San Pablo, ciudad en que  décadas atrás aparecieron ilegalmente pintarrajeadas múltiples  fachadas, monumentos y hasta calles.

          Ese rastreo de los orígenes puede ser interesante para los historiadores o los sociólogos, pero mucho más importante que los orígenes es advertir los efectos que produce el pintarrajeo de edificios: indica falta de respeto a la propiedad personal y desobediencia a las normas que rigen la edificación y la convivencia ambiental. Indican, sobre todo, un avance más de la irracionalidad que atropella en el mundo y ¿por qué no? en nuestro Uruguay.

           Por cierto tenemos asuntos mucho más graves de los cuales en esta columna editorial nos ocupamos diariamente

          Pero no hay que hacer la vista gorda ante estos atropellos que parecen menores, pero pueden constituirse en hitos para la descomposición del Derecho… un Derecho que es de todos y que, por encima del extravío de algunos, debemos defender todos.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.