En Rincón de Tranqueras, paraje rural del Departamento de Tacuarembó, una operación conjunta de efectivos policiales y personal del Mides y del Ministerio de Salud Pública allanó una mal llamada Casa de Salud y desbarató un sistema de atropellos que abarcaba trato inhumano a 32 ancianos y jóvenes internados, trabajo esclavo y violencia colectiva.
La llamada Operación Resplandor se cumplió a partir de pesquisas que indicaban que los residentes sufrían malos tratos de todo tipo, incluyendo privación de alimentos, encadenamiento, golpizas y trabajo esclavo.
Los uruguayos vivimos impresionados por la crueldad de los crímenes vinculados al narcotráfico que se han hecho habituales en nuestro suelo. Al sucederse semana a semana, tienen el despreciable privilegio de encabezar la preocupación policial y el estupor social: una preocupación y un estupor que bien merecen las balaceras asesinas que el narcotráfico promueve sin piedad ni miramientos, abatiendo por igual a adultos, adolescentes y hasta niños.
Todo eso es indignante, pero no es lo único que debe soliviantarnos. En el recato íntimo de nuestra vida diaria, en los costados de nuestro Estado de Derecho y bajo el manto del crecimiento tecnológico, ha venido creciendo la maleza de lo inhumano. De esa maleza el caso recién revelado en Rincón de Tranqueras aparece ahora como un caso extremo, igual que antes lo fue el precario hogar de Salinas donde el 18 de julio pasado murieron cuatro ancianos, calcinados en un incendio…
La realidad es que los derechos de la ancianidad aparecen declarados en el papel, pero son desatendidos y negados en la realidad, no sólo por insuficiencia de recursos materiales sino por la caída de los sentimientos de apego y por la falta de conceptos claros sobre el imperativo de que cada persona sea lo más dueña de sí misma que le permita su edad y sus circunstancias.
Más allá de los lugares que el Uruguay ocupe en las estadísticas internacionales, debemos asumir la triste verdad de que nos hemos quedado atrás en la calidad de los conceptos y las pasiones que inspiran nuestra vida diaria. Lo que nos falla no es sólo el proyecto político ni sólo el escenario económico. Además, por empobrecimiento de lo humano, nos fallan los sentimientos y los conceptos desde los cuales vivimos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.