El sábado pasado, en un acto de campaña electoral en Bogotá, fue herido de extrema gravedad el senador colombiano Miguel Uribe Turbay, uno de los aspirantes presidenciales del partido Centro Democrático

Según las primera1 versiones, Uribe Turbay recibió seis impactos de bala y fue llevado a la Clínica Colombia por sus colaboradores, que en videos divulgados en redes sociales, se ve como lo cargan en medio del llanto.

El primer implicado que se logró detener resulta ser un menor de sólo 14 años, quien obviamente fue un mero ejecutor a la orden de fuerzas criminales ocultas.

Los investigadores tratan de establecer el carácter de la organización que está detrás del atentado, para saber si fue un acto de venganza personal o se trata de un intento destinado a desestabilizar las instituciones democráticas que trabajosamente Colombia logró recomponer tras la más larga guerra interna de nuestro continente.

El sentimiento unánime de nuestro Uruguay debe condenar esta salvajada, sin preguntarse si la víctima estaba a la derecha o a la izquierda del arco iris electoral: la vida, la integridad física y la libertad están mucho antes y mucho más allá de las clasificaciones políticas y las militancias sectoriales.

Por eso, hizo muy bien la Cancillería en emitir el pronunciamiento en que, sin medias tintas, dijo:

“El Gobierno de la República Oriental del Uruguay expresa su condena ante el atentado contra el senador de la República de Colombia, Miguel Uribe Turbay, acto de violencia política e intolerancia extrema, que configura una afrenta injustificable a la democracia y a la libertad de expresión y de pensamiento.

Al mismo tiempo, en estas horas de incertidumbre, hace votos por su recuperación y expresa su solidaridad hacia su familia y el pueblo colombiano.”

Esos votos, bien expresados por el gobierno nacional, son los que, con su audiencia toda, siente y afirma Radio Clarín.