Dos policías se suicidaron en una sola jornada.

          El Sindicato Único de Policías emitió un comunicado en el que declara que “la familia policial está nuevamente de luto por la pérdida de nuestros compañeros Florencia Zamarripa y Ken Freitas”. La señora Zamarripa trabajaba en el Instituto Nacional de Rehabilitación. El señor Freitas cumplía funciones en la Jefatura de Policía de Tacuarembó.

          Expresa el Sindicato que “el suicidio y las enfermedades psíquicas nos vienen ganando familia y compañeros” y recuerda  que “Cada trabajador merece respeto” porque los policías “no son números: son padres, hijos, hermanos.”

          Reclama la agremiación de policías que  “la cúpula ministerial dé respuestas a sus funcionarios, a las familias que perdieron sus seres queridos, respuestas de cambios reales, de salir a comunicar medidas que todos estamos esperando para revertir esta situación de tristeza y desazón”.

          Apoyamos esa inquietud de los servidores del orden. La repetición de suicidios en sus filas reclama de las jerarquías una atención profunda, que debe generar mandos que actúen por educación e inspiración y que levanten el ánimo y el humor en las filas policiales, que son la primera línea de batalla del ánimo público.

          En una democracia, la misión de la policía no es sólo custodiar al ciudadano, prevenir el delito, investigarlo, perseguir  y aprehender a los autores. Además, la policía del Estado de Derecho debe ser una institución ejemplar, donde el respeto y la firmeza enseñen a los ciudadanos el mejor comportamiento y transmitan vocación de vida.

          Tienen razón quienes reclaman atención para la salud mental de la policía, cuyos riesgos y tensiones nadie tiene derecho a desconocer. Pero hay que subrayar que en el mundo de hoy –y el Uruguay no es una excepción- la salud mental es una preocupación general, y no sólo de un sector o de un gremio.

          Más aun: los problemas del ánimo personal y el ánimo público no son sólo de “salud mental” sino de sentimientos, de comprensión y de actitud.  En otras palabras: son problemas de filosofía de vida.

          Y en esa materia, a la vista de las desgracias que provoca el vaciamiento espiritual de esta época, todos tenemos la responsabilidad de sostenernos, levantando la calidad de nuestros diálogos con el prójimo, para construir un país sostenido por valores y no abochornado por fracasos morales.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.