En estas horas, el ex Presidente José Mujica llamó la atención sobre las “guerras olvidadas”, que no ocurren en Ucrania ni en la franja de Gaza pero son deplorables como todas las guerras. Subrayó que la ONU aparece impotente frente a esos conflictos y le deseó suerte al Secretario General de las Naciones Unidas, señor Antonio Guterres, en su convocatoria, para setiembre próximo, de una reunión global para revisar y reformar, precisamente, a… la Organización de las Naciones Unidas.
Efectivamente, a principios de este año, hablando en Kampala en la inauguración de la tercera cumbre del Grupo de los 77 (G-77), el señor Guterres denunció que “la paz se está quebrando en medio de un clima de impunidad mundial», con guerras en Sudán, Ucrania, Oriente Medio y otros lugares. Esas guerras devastan vidas, provocan desplazamientos masivos, distorsionan los suministros y amenazan con incendiar regiones enteras. Además –agregó Guterres-, exacerban la polarización y envalentonan a los extremistas.
Frente a ese duro panorama del mundo de hoy, «el sistema internacional de la ONU está desfasado, fuera de tiempo y de lugar» sostuvo el Secretario de la ONU, por lo cual planteó la necesidad de que se reforme el Consejo de Seguridad, paralizado por divisiones geopolíticas y por una estructura que no responde al mundo de hoy.
A nuestro país, esos temas no pueden sernos indiferentes. Antes de que tuviéramos la primera Constitución, nuestra conciencia nacional se fundó en un concepto universal de la persona humana, y ese concepto está en la base de la Constitución Nacional, explícitamente recogido en el Texto Fundamental desde el año 1918. Por lo demás, el Uruguay tuvo un papel destacado en la etapa fundacional de la Organización de las Naciones Unidas, desde la Carta de San Francisco, firmada el 24 de octubre de 1945, hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948.
Desde esa época transcurrieron tres cuartos de siglo, en los cuales han cambiado las fronteras, los regímenes y las necesidades. Se ha hecho experiencia con institutos arcaicos y obsoletos, como el poder de veto que en el Consejo de Seguridad tienen hoy las grandes potencias. Han quedado a la vista las debilidades y los frenos de la ONU.
Por todo ello, como nación con conciencia universal debemos desear éxito al Secretario General de la ONU en su propuesta de reforma del estatuto y los procedimientos de la Organización Mundial nacida para garantizar la paz.
Una paz cuya ausencia nos duele y nos debe doler a todos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.