El paro de los trabajadores del puerto de Montevideo bloquea el 70% del movimiento. El motivo del conflicto es que el sindicato portuario denuncia que los perjudicaría la implementación de un nuevo sistema operativo que puso en marcha la Terminal Cuenca del Plata.
Los conflictos portuarios nunca son uno más dentro de una lista, porque los puertos nacionales son sangre y pulmón del trabajo y la economía nacional. Por eso, hace muy bien el gobierno en preocuparse por sensibilizarse sin esperar que la disputa se prolongue.
Y más allá del gobierno, haríamos muy bien todos los ciudadanos si aprendiéramos a plantear, debatir y resolver sin necesidad de estrangular el trabajo con huelgas y paros.
En el Uruguay, se ha expandido la idea de que es normal vivir en conflicto, es natural que haya contraposición de intereses y es lógico acostumbrarnos todos a que haya movilizaciones con huelgas y paros, con pérdidas y caras crispadas. Hay toda una sociología materialista que justifica la cerrazón de cada uno en la pertenencia a su grupo, a su gremio, a su estamento. Y a partir de esa cerrazón, parece plausible usar la interrupción del trabajo como arma de lucha entre partes que no saben dialogar.
Los resultados de esa lógica de los conflictos nunca pueden ser plausibles. Al contrario: muchas veces los resultados son dañinos y terminamos perdiendo todos.
Por eso, hay que rescatar las normas de conciliación sindical, los métodos de trabajo en mesas tripartitas y, sobre todo, el mandamiento constitucional de constituirnos como República, oyéndonos todos a todos e inspirándonos en principios humanistas de raíz universal, que están muy por encima de lo que tengamos o no, y que nos imponen solidarizarnos y avanzar buscando la justicia desde la libertad.
El Uruguay inscribió esos mandamientos en su Constitución. Y basta dejar de leerla como un protocolo de trámites y rescatarla como programa de vida, para que la Constitución en movimiento resuelva los conflictos mucho antes que deparen huelgas y paros con los que nadie gana nada.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.