Una consultante de ASSE, visiblemente alterada, amenazó a una pediatra del Centro de Salud Monterrey, de Paso Carrasco, Canelones. La tomó del cuello, apoyó una llave y dijo que no iba a soltarla hasta lograr que la atendiera un psiquiatra.
El episodio generó conmoción porque hace sólo dos semanas un hombre había amenazado de muerte a otra médica y porque la señora reclamante no era una persona desconocida, sino una usuaria habitual del centro Moneterrey, y la espera que se le infligió hizo que los propios funcionarios expresaran que el ataque a la médica fue “la única forma de que ella pudo hacer visible su petición de mujer que estaba sufriendo, ya que hacía más de un mes y medio que venía pidiendo ayuda médica y no la conseguía”,
La Federación de Funcionarios de Salud Pública (FFSP) activó, tras esto, un “paro total”, salvo la atención de emergencias, por 24 horas, en toda la Red de Atención Primaria (RAP) Metropolitana. Ese paro, que resulta de un protocolo automático, resulta discutible, hasta el punto que se ha publicitado que va a revisarse el automatismo de la medida.
En cambio, lo que no es discutible sino digno de la mayor atención es la convicción, expresada por la Federación de Funcionarios, de que la atención de salud mental está en colapso: está en colapso en ASSE, como bien dijo la Federación de Funcionarios, y está en colapso fuera de ASSE, en todos los estratos de la vida nacional.
En un comunicado, la Federación de Funcionarios subrayó que “Este hecho no es un caso aislado, sino una muestra más del colapso de la atención en salud mental y de la falta de respuesta del sistema, que deja desprotegidos tanto a los trabajadores como a los usuarios”,
Hace muy bien la Federación de trabajadores en señalar que este ataque tiene significación mucho más allá del caso particular. Todos sabemos que la atención psiquiátrica en el Uruguay es insuficiente. Y todos tenemos que saber que el equilibro del ánimo -para vivir y para convivir- no es sólo un tema de medicina y salud, sino un asunto de ideas y sentimientos desde los cuales enfrentar la batalla diaria de cada uno y de todos en conjunto: y en eso, el déficit no es de psiquiatras sino de atención prestada a la persona como tal.
La persona no se resuelve con políticas macro ni con cifras millonarias casi impensables. La persona necesita un hábitat moral y espiritual en que sea no sólo “contenida” por las técnicas de la medicina psiquiártrica. La persona necesita ser comprendida y apoyada en su diversidad y en su drama interior. La persona necesita que la ayuden a construir un ideario, un conjunto de valores…. Una filosofía desde la cual vivir.
Ese déficit no es presupuestal ni médico. Es el déficit de humanismo que nos imponen visiones que, por endiosar lo material, maltratan y sepultan lo humano en vez de cimentarlo, sin esperar a que estalle.
Construir y defender visiones humanas es, en el Uruguay, tarea urgente de todos para todos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.