En el pasado fin de semana recibió el Premio Princesa de Asturias de Humanidades, el filósofo Byung-Chul Han. Su nombre suena singular, porque el premiado es de origen coreano, pero es muy conocido en España y América porque desde hace décadas piensa y escribe su filosofía en alemán.

La filosofía de Byung-Chul Han se nutre con los clásicos pero sobre todo dialoga con la realidad de la sociedad tecnológica. No es un profesor de la metafísica madurada en milenios, sino un interpretador de las realidades de nuestro tiempo. Se ocupa de la condición de la criatura humana, de la criatura de carne y hueso, de la criatura que lucha, sueña y se angustia.

El pensador coreano-alemán denuncia cómo la digitalización facilita pero limita, automatiza pero encajona. Y muestra cómo el camino de comodidades que deriva de la tecnología, nos ablanda nos deshumaniza y nos aísla con la apariencia de conectarnos por las redes.

La filosofía de Byung-Chul Han no se encierra en la oscuridad académica de los que escriben para otros filósofos. Al contrario: cumplen con la máxima de Ortega y Gasset, que enseñaba que «la claridad es la cortesía del filósofo hacia su audiencia». Y gracias a eso, la audiencia de este coreano-alemán se extiende ya en los cinco continentes, con ensayos concisos, rotundos y radicales.

En ellos denuncia que buena parte de los trastornos de salud mental que aquejan a Occidente son el resultado de valores mal armados, de obsesiones artificiales y de pensamientos y enfoques errados.

Con esas denuncias, rescata para el diálogo común y la deliberación cotidiana, una parte muy importante de lo que ahora, con el nombre de “salud mental”, se concentra en la psicología y la psiquiatría, en vez de diseminarse en la cultura común nuestra de cada minuto.

Por todo eso, cuando la princesa Leticia entregó el Premio Príncipe de Asturias a Byung-Chul Han, sentimos que homenajeó a todos los buenos pensadores del mundo que, con muchos libros o con unos pocos refranes, enseñan no sólo para las aulas, sino para la vida entera.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.