Desde fines del año pasado, comenzó una nueva temporada de pronósticos electorales. Se multiplican las encuestas y se publican porcentajes basados en muestreos y en tanteos.
Al tratarse de datos numéricos, aparecen revestidos con una nitidez y una precisión donde no pueden reflejarse los matices del ánimo público.
En los hechos, las encuestadoras se han convertido abiertamente en un protagonista de nuestras campañas preelectorales. Anunciando quiénes tienen posibilidades y quiénes no, informan al ciudadano que no hace política –y ese es un bien… un bien necesario pero no suficiente para vitalizar a la República.
El sistema democrático-republicano se funda en la valoración de la plenitud de cada persona y, por eso, no es compatible con el ciudadano cruzado de brazos esperando que las encuestas le digan qué opinan los demás. El sistema democrático-republicano no se completa con sólo votar ni con sólo respetar el resultado de las urnas.
Es que la convivencia en libertad requiere la participación activa del ciudadano en todos los puntos de encuentro con quienes lo rodean: en la familia, en el trabajo, en la asociación gremial para defender intereses legítimos y en los partidos y las asociaciones culturales para luchar por ideales que se sienten valiosos y hasta imperativos.
Por eso, la vida republicana se expresa en pleno mucho más allá de las encuestas. Y por eso también, reducir la democracia al resultado de una votación –como se hizo ayer en la castigada República Dominicana- es amputarle el alma.
Esa alma no consiste sólo en que gobierne la mayoría sino en que todos aprendamos a escucharnos y a leernos unos a otros sin anteojeras, sin prejuicios.
Al abrirse una nueva temporada de encuestas preelectorales, es imperioso recordar que no basta que nos digan qué piensan los demás, porque la democracia, para ser auténtica, requiere la afirmación diaria de los valores humanos que forman a la persona.
Y en eso estamos bien, pero sólo a mitad de camino, pues todos sabemos que hay bolsones de ignorancia cívica y no sólo cívica. Lo cual es intolerable para una auténtica idealidad republicana.Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.