El profesor Miguel Pastorino publicó en la última edición del semanario Voces, una imperdible nota donde denuncia que un factor de la crisis educacional –que se da en el Uruguay y en muchos países- es el resultado del ”sedentarismo neuronal” que provoca tener todo hecho y todo fácil en sistemas tecnológicos que ahorran el trabajo de pensar.

          En su nota, el profesor Pastorino se pregunta  “qué pasaría si le pidiéramos a alguien que hiciera ejercicios físicos por nosotros y nos librase del esfuerzo que implican tales actividades?” Y se contesta que pasaría “lo obvio”: perderíamos la posibilidad de mejorar nuestra condición física, nuestra salud, y nos iríamos atrofiando físicamente, con todas las consecuencias que no es necesario explicar.”

          Señala que en el gimnasio “a nadie le parece un exceso que se hable de “sacrificio”, “esfuerzo”, “dedicación”, “dejarlo todo” y seguir “hasta que duela”” y a nadie le parece mal que le recuerden que “con más tiempo y más esfuerzo, lograremos mejores resultados.”

          En cambio, “no sucede lo mismo con el cultivo intelectual” al punto que hoy, si un profesor habla de sacrificio, esfuerzo y dedicación, arriesga a que los alumnos y los padres lo miren como “un dinosaurio”.

          Señala Miguel Pastorino que se nos viene instalando un “sedentarismo cognitivo”, por el cual “si alguien nos puede ahorrar el tiempo para pensar, se lo agradecemos como si nos hiciera un gran favor”. Y frente al avance de la Inteligencia Artificial Generativa que hasta redacta trabajos académicos, asistimos a la formación de “cerebros que se irán atrofiando en capacidades fundamentales para pensar lúcidamente”.

          Sin duda que eso es muy grave para la vida personal y colectiva, pero, sobre todo, es dramático por la pregunta que nos plantea: “¿hasta dónde queremos entregar nuestra libertad y qué habilidades estamos dispuestos a perder por comodidad?”

          No debemos desatender la lúcida denuncia del profesor Pastorino.  En todas partes, y en todos los niveles, escuchamos justificadas quejas y reclamos por la caída en la educación y en la cultura.

          A la opinión pública no deben pasar inadvertidos los aportes que formulan los docentes con inquietudes, que -en columnas periodísticas- lanzan enfoques originales con ideas propias, sostenidas por la tradición abierta y universalista de nuestras instituciones laicas.

          Esos aportes no deben confinarse en la vida académica, porque la educación del pueblo es asunto de interés público: es asunto que importa y vale para la ciudadanía, para el Estado y el destino de la nación.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.