El Papa Francisco acaba de sorprender a todos, al acudir a la reunión de los gobernantes de las siete democracias más ricas del mundo, realizada en la costa adriática de Italia.
Sorprendió a todos porque hasta el viernes pasado no había precedentes de que un Papa hubiera acudido nunca a una Conferencia de países ricos.
Sorprendió, porque planteó frontalmente los bienes que depara y los peligros que acechan a las relaciones entre la persona humana y la Inteligencia Artificial, con lo cual elevó la proyección del encuentro gubernativo por encima de la economía, las guerras y las tragedias migratorias.
Y sorprendió, además, porque sus argumentos no fueron sólo religiosos. Se apoyó en la Biblia pero sostuvo valores que no pueden dejar indiferente a nadie que –con fe cristiana o sin ella- sepa amar al prójimo como a sí mismo y a nadie que –creyente o no- se conmueva con el destino de la criatura humana-
Definió el Papa:
“Mientras que el uso de una herramienta simple —como un cuchillo— está bajo el control del ser humano que lo utiliza y su buen uso depende sólo de él, la inteligencia artificial, en cambio, puede adaptarse de forma autónoma a la tarea que se le asigne y podría tomar decisiones independientemente del ser humano para alcanzar el objetivo que se le fije.
Lo que hace la máquina es una elección técnica entre varias posibilidades. El ser humano, en cambio, no sólo elige, sino que en su corazón es capaz de decidir.
Desde siempre la reflexión humana habla a este propósito de sabiduría –que es la frónesis de la filosofía griega y la sabiduría de la Sagrada Escritura.
Frente a los prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente, debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión, incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces ésta se presenta en nuestra vida. Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas, haciéndolas depender de las elecciones de las máquinas.
No pudo ser más atinada esta salida del Papa para reclamar a voz en cuello que el ser humano controle “los programas de inteligencia artificial”.
Sus palabras deben ser compartidas por encima de religiones, filosofías e ideologías, para que no sucumba el ideal humano de libertad.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.