Solemnizamos hoy, con feriado inamovible, el bicentésimo sexagésimo aniversario del natalicio de don José Gervasio Artigas, acaecido en 1764. En la fecha, la casa natal de Artigas, en la esquina de Colón y Cerrito, quedará abierta al público como Centro Cultural.
Para la región, Artigas fue el Protector de los Pueblos Libres, cuyas cortas etapas de influencia y gobierno se extendieron más allá de la Banda Oriental, llegando a Entre Ríos, Córdoba y las Misiones.
Para nuestra Banda Oriental, Artigas fue el Fundador de la Nacionalidad.
En febrero de 1811 cruzaba desde el arroyo de las Vacas para incorporarse en Buenos Aires a las fuerzas revolucionarias de Mayo. En setiembre de 1820 cruzaba el Río Uruguay para desterrarse en el Paraguay, adonde iba a morir 30 años después sin haber vuelto a pisar el suelo de la patria.
Sus 9 años de vigencia pública le valen un lugar en la memoria de los grandes hechos que forjaron la primera etapa de nuestra independencia. En menos de una década, ingresó a la historia por todo lo que hizo: ganó la Batalla de Las Piedras, acaudilló el Éxodo, puso Sitio a Montevideo, organizó el Gobierno Provisorio, dictó el Reglamento de Tierras y concluyó su campaña cuando, casi sin fuerzas, quedó, a la vez, enfrentado al gobierno de Buenos Aires y a la invasión portuguesa.
Pero el lugar que se ganó Artigas en la historia del Uruguay y de América no lo debe ni a sus éxitos ni a sus fracasos. Lo debe a los ideales que abrazó, a las conductas que inspiró y, sobre todo, a los principios que proclamó en la Oración de Abril y en las Instrucciones del Año XIII, que siguen modelándonos como Estado, como pueblo, como ciudadanos y como personas.
A todos los gobernantes que ha tenido la República -muy especialmente a los que se creyeron omnipotentes- Artigas los ha limitado en la conciencia pública con la regla de oro de la democracia: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”.
Reclamó que el Estado federal y los Estados provinciales se organizaran “en poder legislativo, poder ejecutivo y poder judicial”, de manera que “estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán independientes en sus facultades”.
A todos los ciudadanos nos llamó a promover “la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable”
Y con visión de estadista, quiso evitar desgracias futuras, estableciendo en las Instrucciones que “El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos.”
Hace más de doscientos años que los uruguayos hemos sentido orgullo cuando hemos realizado los valores y hemos sufrido en conciencia cuando los hemos visto burlados o atropellados.
Por eso, los 260 años del Natalicio de Artigas deben ser mucho más que un aniversario de lo que fue. Están llamados a ser un faro hacia lo que deberá ser la vida entera de nuestro Uruguay, para todos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.