En la tarde de ayer, sobre la hora 18.00, se produjo el solsticio y comenzó en nuestro país el invierno astral, pero hoy es la fecha en que empieza la estación fría.
Así figura en los libros de geografía, por una razón astral muy clara: el 21 de junio es el día más corto de cada año.
En Montevideo, el sol salió por el Este hoy a las 7 horas, 52 minutos y 6 segundos; y va a ponerse por el Oeste a las 17 horas 41 minutos 9 segundos.
En la jornada, tendremos, pues, sólo 9 horas, 49 minutos y 3 segundos de sol.
Y mañana tendremos apenas 4 segundos más. La diferencia es mínima y hasta imperceptible, pero es el punto de partida del alargarse de los días, que en diciembre van a superar ampliamente las 14 horas de sol.
Esa regularidad que tiene la Naturaleza la hace técnicamente previsible y constituye una de las muchas maravillas del Universo que son anteriores a la presencia del hombre sobre el planeta Tierra, grandioso para los humanos pero minúsculo para el espacio astral.
El avance de lo que la ciencia sabe y lo que la técnica domina es hoy de tal magnitud que sobrepasa todo lo que imaginó la ciencia-ficción de los siglos XIX y XX. Y mucho hay para admirar y agradecer a ese avance y a ese dominio, pero nada debería hacernos olvidar que la regularidad de la Naturaleza y la existencia de la vida –nacida al amparo de las variaciones climáticas- significan verdaderos milagros.
A la vista de las desgracias planetarias que aparejan las aventuras del hombre contra la forestación natural y contra el clima, es tiempo de que todos nos demos cuenta de que hace falta comprender a la Naturaleza y obedecerla, en vez de seguir soñando con dominarla hasta perder el control de todo, como está ocurriendo a la vez en la Amazonia deforestada, en los polos con nieves derretidas y en nuestro Uruguay de clima arrevesado, con las estaciones entreveradas.
Así los siente y así lo afirma Radio Clarín.