Opina Radio Clarín
El 8 de marzo fue consagrado hace casi medio siglo –en 1977- como el Día Internacional de la Mujer.
Lo estableció una resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en honor a todas las mujeres que lucharon por la igualdad de derechos en todo el mundo.
La fecha se fijó recordando que el 8 de marzo de 1857, 129 obreras textiles de la fábrica Cotton de Nueva York murieron en un incendio mientras reclamaban contra las diferencias con los hombres en trato, salario y condiciones de vida.
Las Naciones Unidas señalan que hoy, 167 años después de la huelga de las trabajadoras en New York, la lucha de las mujeres en todo el mundo sigue en pie para contrarrestar la violación a los derechos de adultas y niñas. Según datos que maneja la ONU, globalmente, solo el 5 % de la ayuda mundial se destina a acabar con la violencia de género y menos del 0,2 % se aplica a prevenirla.
El Uruguay tiene una honrosa tradición en materia de derechos de la mujer. Desde principios del siglo pasado, la ley le otorgó a la mujer el derecho a divorciarse sin necesidad de expresar la causa y sin tener que presentar testigos. Desde 1934, la Constitución estableció que “ Los padres tienen para con los hijos habidos fuera del matrimonio los mismos deberes que respecto a los nacidos en él.” Y agregó: “La maternidad, cualquiera sea la condición o estado de la mujer, tiene derecho a la protección de la sociedad y a su asistencia en caso de desamparo.” Desde 1946 se derogaron las limitaciones de la mujer dentro de la sociedad conyugal, consagrándose la absoluta igualdad de derecho con el cónyuge, hasta el punto de compartir la patria potestad.
Al mismo tiempo, la lucidez de Carlos Vaz Ferreira impulsó una fuerte corriente filosófica que proclamó el feminismo de compensación, en reconocimiento a la diversidad de funciones que, en los hechos, tenía y tiene la mujer –incluso después de haberse igualado en trabajo y haber ganado terreno en la lucha salarial.
Por esas y muchas otras razones, en el Uruguay el Día Internacional de la Mujer debe celebrarse como un día en que se afirma la igualdad de todos y no como una oportunidad para combatir al hombre y arrinconar a los congéneres masculinos.
Es en nombre del derecho a la vida y a la libertad de todos que condenamos, y debemos condenar siempre, las atrocidades que se cometen por incultura y por bajeza de los sentimientos, llegando a lesiones aberrantes y a crímenes abyectos que agreden nuestra alma colectiva.
Adherimos, pues, al Día Internacional de la Mujer, a partir de las mejores tradiciones nacionales, defendiendo a la mitad femenina de la humanidad desde la certidumbre de que en nuestro planeta no habrá vida digna si la persona humana –por encima de sus definiciones de género- no puede desarrollarse y está condenada a subsistir sin expandirse.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.