El país vive hoy la primera de las dos jornadas de silencio activo que la ley impone antes de toda elección con alcance nacional.

Los activistas de cada fracción aprovechan para organizar los detalles de la faena que tendrán el domingo.

Y quienes no son activistas disfrutan la pausa en la publicidad y la distensión que genera saber que la puja llegará el domingo al final.

La víspera de los comicios genera una excelente oportunidad para que miremos de frente cómo se han subdividido los partidos políticos tradicionales, cómo se multiplican las listas y cómo en ese proceso los grandes conglomerados pierden unidad interior.

Al mismo tiempo, debe llamarnos la atención que la lista de partidos inscriptos en la Corte Electoral contiene ya más de veinte lemas. En los hechos, tenemos proliferación de grupos, algunos de ellos minúsculos y varios de ellos constituidos alrededor de una sola idea-fuerza.

Ante ese panorama, debemos saber que el desmenuce de los partidos lleva inexorablemente a que la opinión pública pierda fuerza y la ciudadanía deje de desempeñar el papel decisivo que le corresponde en toda democracia robusta.

Para verlo claro, hace falta que no sólo subrayemos lo que nos diferencia en las ideas económicas y sociales que se contraponen en toda elección: hace falta que reparemos en todo lo que nos une por encima de las discrepancias, antes y más alá de los partidos.

En definitiva, la Constitución Nacional establece un proyecto de persona humana y de convivencia.

Realizar ese proyecto no es tarea sólo de los partidos ni sólo de los gobernantes.

Es misión irrenunciable de todos y cada uno de nosotros.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.