El 3 de julio de cada año ha sido consagrado como el Día Internacional libre de bolsas de plástico.
La celebración puede sorprender pero se explica y se justifica sobradamente, si tenemos presente que la acumulación de bolsas de plástico es uno de los principales motivos de la contaminación fluvial y oceánica que sufre el planeta, por lo cual es imperioso que seamos activistas en el uso responsable y la reducción de esas bolsas, que aparecen cómodas y descartables pero implican un peligro para la vida natural.
De hecho, día a día las bolsas de plástico se han convertido en uno de los objetos más cotidianos y también uno de los más perjudiciales para el medio ambiente.
Algunos países, como Francia e Italia ya han prohibido la producción de bolsas de plástico y han reducido notablemente su consumo.
Otras naciones, como Inglaterra, Portugal y Suecia han optado por aplicar impuestos sobre el uso de las bolsas, y en otros países como Finlandia o Alemania se han promovido acuerdos voluntarios para reducirlas a lo indispensable.
Las bolsas de plástico tardan más de 500 años en descomponerse. Se estima que cada persona gasta una media de unas 230 bolsas de plástico al año, lo que en el mundo representa más de 500 billones de bolsas de plástico. Sí, amigo oyente: 500 billones, es decir, quinientos mil millones de millones de bolsas plásticas, lo cual es una friolera impensable.
Al no ser reciclables, esa inmensidad de bolsas quedan en el planeta, perjudicando a todos los que aquí vivimos.
En cada año, llegan a los océanos cerca de 12 millones de toneladas de plásticos. Para las especies marinas, esa avalancha de residuos genera una amenaza indescriptible. Por tanto, para la alimentación humana -es decir, para la salud humana- existe una amenaza creciente, que ya se manifiesta en que, según datos de las Naciones Unidas, uno de cada seis peces que se venden en las pescaderías contiene microplásticos en sus estómagos, porque desgraciadamente el plástico ya ha entrado en la cadena alimenticia.
Dejar el planeta libre de bolsas de plástico reclama que seamos conscientes y nos impliquemos todos; y todo el planeta saldrá beneficiado, si se le pone freno a la contaminación de mares y océanos, a la pérdida de recursos naturales y a la desaparición de ecosistemas muy valiosos.
Nuestro Uruguay, surcado por ríos y arroyos, costero del Río de la Plata –el más ancho del mundo- y ribereño del Océano Atlántico, no debe ser indiferente al Día Internacional de lucha contra la contaminación plástica del planeta.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.