El sábado, en medio de la campaña electoral republicana, ocurrió en Pennsylvania, Estados Unidos, un delito execrable: desde una azotea se dispararon balas contra el ex Presidente, hoy candidato, Donald Trump.
El discutido personaje sufrió una herida en una oreja, pero resultó asesinado un padre de familia y quedaron heridos dos manifestantes.
Donald Trump tuvo la presencia de ánimo para pensar en la escena. Alzándose por encima del caos y de los agentes que lo empujaban a irse, levantó el puño hacia el cielo y pronunció la palabra «¡lucha!» ”, mientras dos chorros de sangre corrían por su mejilla derecha.
En estas horas, la fotografía de ese momento histórico circula por el mundo con el poder de un símbolo. Recuerda la presencia de ánimo con que Ronald Reagan, siendo Presidente de los Estados Unidos, se mantuvo erguido después de haber sido baleado, a la salida de una conferencia en Washington, el 30 de marzo de 1981, hace 43 años.
Hay que celebrar que Donald Trump haya salido apenas herido y siga en campaña, pero no hay que dejar de lamentar que, siendo Estados Unidos una de las democracias más antiguas y estables, haya habido tiroteo, lesiones y muerte en una simple manifestación política en torno a un candidato.
Desgraciadamente, lo que le ocurrió a Trump el sábado confirma la penosa realidad de que en Estados Unidos las armas están al alcance de cualquiera, los desequilibrados y los canallas asesinan niños y adolescentes en colegios y universidades.
Penosamente, el sistema legal está montado para amparar que cualquier irresponsable tenga acceso a armas sofisticadas, con alto poder de fuego, apoyándose sobre el hecho de que desde 1791 rige la segunda enmienda de la Constitución, que establece que “no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.
El señor Trump y muchos hombres públicos estadounidenses se han opuesto a que se restrinja ese derecho.
Brutalidades como la que sucedió anteayer en Pennsylvania debería hacerles pensar a los estadounidenses cuánto más lógico y humano es el régimen de nuestro Uruguay, que sólo habilita la tenencia y el porte de armas a personas que demuestren su aptitud psicofísica para manejarlas.
Y a nosotros nos tiene que hacer pensar que el crecimiento de la tenencia ilegal de armas es una de las causas por las cuales los homicidios se han vuelto incontrolables, sea cual sea el partido que gobierne.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.