En Fiscalía, la discreción.
Hoy lunes 22 de julio, reasume sus funciones el Fiscal de Corte subrogante, Dr. Juan Gómez, cuyo restablecimiento celebramos con el afecto que merece quien, con don de gentes, entregó más de cuatro décadas de lucha al Ministerio Público.
En consecuencia, finaliza el reemplazo que -por ser la más antigua Fiscal Penal de Montevideo- ejerció desde enero pasado la Fiscal de Estupefacientes Dra. Mónica Ferrero.
No debe pasar inadvertido este medio año de subrogación, que concluye sin ruido en la Fiscalía General de la Nación y sin estridencias mediáticas y hasta sin nombradía pública de su transitoria encargada.
La discreción fue un atributo tradicional en la Fiscalía de Corte, tal como la diseñó la Constitución y tal como la ejercieron grandes juristas del siglo XX. Ellos le imprimieron precisión jurídica al servicio, sin figurar en las noticias de prensa y sin darle relumbrón al titular.
Por efecto de la ley 19.483, la institución se transformó en Fiscalía General de la Nación y pasó a funcionar como servicio Descentralizado, con facultades para dar “instrucciones generales” a los Fiscales y con presencia activa, y discutida, en la investigación penal incluso en etapa policial y en el trámite de la información.
Con ese cambio, el servicio de la nueva Fiscalía General saltó a la palestra pública. El Fiscal de Corte pasó a hacer declaraciones y se hizo protagonista y polemista.
Muchos fiscales se habituaron a la notoriedad, varios haciendo carrera y algunos renunciando para hacer política partidaria y disputar cargos electivos. Surgieron críticas políticas a las Fiscalías penales; y está en trámite una denuncia de la Asociación de Magistrados Fiscales ante la Corte Interamericana de Justicia por afectación a la independencia del servicio.
Con este panorama, la República necesita que el servicio recupere la nota de silencio y discreción que, junto a la profundidad técnica y el constitucionalismo sin cintillo, es una de las bases que requiere la esperanza nacional de lograr un Estado de Derecho que garantice a la ciudadanía, en vez de hacerla convivir con el delito.
La etapa cumplida por la Dra. Ferrero recibió la inspiración personal de la entrega incondicional y el recato con que esta alta funcionaria ejerció la dirección del servicio, sin ruido mediático.
Esas virtudes tienen raíces en la mejor historia de nuestro Derecho.
Tenemos que aplaudirlas cada vez que reaparecen. Y debemos enaltecerlas todos, más allá de afinidades, simpatías o militancias.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.