Al cerrarse el año, una inmensa ola de gratitud nos llama a profundizar las reflexiones generales y a vitalizar los propósitos.
Agradecemos hondamente al nuevo equipo de Radio Clarín, que, después de un cierre anunciado hace cuatro años, le dio nueva vitalidad a la señal que irradia música típica y folklórica desde la cuenca del Plata, para el ancho mundo.
Agradecemos especialmente a quienes sostienen a la radio sin que se sepan sus nombres ni luzca su sacrificio, en la locución, en la administración, en el sostén técnico y en el transmisor.
Agradecemos a los oyentes, que proyectan en Radio Clarín su fidelidad a los ritmos, temas e ídolos del Uruguay de antes y, en nuevos formatos, encuentran también los ritmos, temas e ídolos del Uruguay de hoy. Radio vivida desde el pentagrama, en Clarín resuenan todos los estados de ánimo y todos los entusiasmos de la condición humana.
En el tesoro de poesía y música que custodia Radio Clarín, palpitan todos los sentimientos que anidan y florecen en la persona y el ciudadano, en el nieto y el abuelo, en el trabajador y el patrón.
Todo fin de año impone balances, provoca reflexiones generales e impone ajustar los propósitos. Los últimos momentos del año dos mil veinticuatro se nos colman de gratitud por haber llegado hasta acá y nos templan para encarar el año dos mil veinticinco con plena conciencia de que ya transcurrió un cuarto de siglo después del año dos mil, que alguna vez nos pareció un mito inalcanzable.
Desde Gardel a hoy, el ensamble de la música con la rima poética y la reflexión filosófica le dio un alma al Uruguay y a la cuenca del Plata.
Esa alma es la que en el Uruguay pronuncia el voto de libertad, como proclama el Himno Nacional y sostiene la esperanza, virtud eterna que recoge el refrán popular que proclama y canta “¡Año Nuevo, vida nueva!”.